Vergüenza



Ayer quería escribir una reflexión acerca de la agresión sufrida por Mariano Rajoy pero estaba demasiado cansada para hacerlo.


En primer lugar, la violencia no está justificada nunca, salvo en los casos que es en defensa propia y no queda otra que  defenderse (valga la redundancia). Sentí lástima al ver las imágenes. Pena por Rajoy porque nadie merece ser agredido de esa forma, a traición y por la espalda y sin ningún motivo. También sentí lástima porque el agresor en ese momento debió sentirse orgulloso, ansioso del aplauso de los que asienten ante esas imágenes y lo justifican por el hastío general.

No soy una especial admiradora de nuestro actual presidente, es más considero que no ha estado a la altura en múltiples ocasiones. Creo que no está preparado para el cargo que ocupa (dejando de lado su desconocimiento del inglés que me parece de traca). Uno no puede gobernar un país en el que no da la cara en las ruedas de prensa. ¿Dónde se ha visto un presidente que comparezca a través de la pantalla de un televisor? No puede enviar a un debate de vital importancia a su segunda de a bordo y no dar la cara, ni hacer el ridículo en programas de radio con declaraciones que lo dejen en evidencia. No puede erguirse y decir orgulloso que ha hecho algo cuando justo ha hecho lo contrario. En definitiva, no puede hundir a un país (aun más) y seguir apuntando a la oposición como responsables de todo.

Dejando de lado todo lo que me parece mal del señor Rajoy y todo lo que tendría que criticarle, vuelvo a lo que me ocupa. Ayer mientras cenaba en la tv no hacían más que poner la agresión en “repeat” una y otra vez. Tuve que cambiar de canal. No soporto ver esas cosas.  No hay forma en la que le encuentre el sentido y no me produzca rechazo. Pero lo mejor ha sido leer Twitter y toda clase de periódicos digitales. Ver como siempre que hay un muerto, los buitres acuden a la carroña. Si bien es cierto que en su mayoría (por fortuna) se condena este hecho, también hay quien aprovecha el filón y tira de demagogia soltando perlas como que “todo el mundo lo condena por ser un político el agredido pero un ciudadano de a pie es inferior” y hasta he llegado a leer que hacían comparativas con las víctimas de la violencia de género. De locos.

Hace unos días saltó la noticia de un hombre que había sido asesinado por su pareja en Bilbao y de nuevo se abrió el debate. “Sobre” el cadáver de este hombre, se vertían argumentos como “ya van un centenar de mujeres muertas este año en contra de los apenas 30 hombres muertos por la misma causa”. ¿Hola? ¿Es acaso la violencia de género una competición? No señores, no. Es algo que se debe condenar provenga del género que provenga e independientemente de los lazos que unan a víctima y agresor. La violencia es violencia. Punto.

Con todo esto quiero decir que hasta que no estemos preparados para ser capaces de pensar con la cabeza fría, no dejarnos llevar por los impulsos y la corriente, ser más racionales, no basar nuestras acciones esperando el aplauso y la justificación de los demás, hasta ese momento estaremos completamente perdidos. Porque una sociedad que actúa con violencia cuando está en desacuerdo es una sociedad que está perdida.

La razón no se gana a golpes. (Ni tampoco las elecciones)

Gracias si has llegado hasta el final.